Roberto Bolaño nació en Santiago de Chile el 28 de abril de 1953, hijo de León Bolaño, transportista, y de Victoria Ávalos, profesora. Pasó su infancia en Viña del Mar, en Quilpué y en Cauquenes, siempre en la V región. Fue un escolar con problemas de dislexia. A los 15 años, en 1968, se trasladó con su familia a México, donde continuó sus estudios secundarios que abandonó definitivamente a los 17. Roberto pasó su adolescencia concentrado en la lectura, encerrado durante horas en la biblioteca pública. Pronto decidió que quería ser escritor y empezó a trabajar como articulista en diferentes medios.
En 1973, cuando tenía ya veinte años, regresó a Chile con el propósito de apoyar el gobierno de Salvador Allende. Tras un largo viaje en autobús y barco llegó a Chile pocos días antes del golpe de estado del 11 de septiembre. Producto de la toma del poder por parte de los militares y sus ideas de izquierda fue detenido cerca de Concepción y liberado ocho días después gracias a la ayuda de un antiguo compañero de estudios en Cauquenes que se encontraba entre los policías que debían custodiarlo.
Luego, Bolaño regresa a México, donde junto al poeta Mario Santiago Papasquiaro (quien serviría de modelo para Ulises Lima en su novela Los detectives salvajes) fundó el movimiento poético infrarrealista, que se opuso radicalmente a los poderes dominantes en la poesía mexicana y al establishment literario de ese país, que tenía a Octavio Paz como su figura preponderante. De hecho, el movimiento infrarrealista tuvo como guía romper con lo oficial y establecerse como vanguardia poética.
En 1975 Bolaño vio finalmente publicados sus primeros trabajos, reunidos en la antología poética Poetas infrarrealistas mexicanos. Bolaño fue abandonando la poesía poco a poco por la prosa, aunque él mismo nunca dejó de considerarse poeta.
Posteriormente emigró a España, concretamente a Cataluña, donde ya vivía su madre. Allí desempeñó diversos oficios, como vendimiador en verano, vigilante nocturno de un camping o vendedor en un almacén de barrio, hasta que comenzó a ganar algunos concursos literarios que le fueron permitiendo dedicarse por completo a la literatura.
En 1982 se casa con Carolina López, catalana que trabaja en los servicios sociales, con quien tiene un hijo y una hija: Lautaro y Alexandra.
En 1984 publicó, en colaboración con Antoni García Porta, su primera novela, Consejos de un discípulo de Morrison a un fanático de Joyce, con la que obtuvo el premio Ámbito Literario. Ese mismo año lanzó La senda de los elefantes, que fue galardonada con el premio Félix Urabayen.
Por entonces, definitivamente asentado en España, Bolaño trabajaba en un pequeño estudio apenas a cincuenta metros de su casa, siguiendo algunos rituales imprescindibles: música de rock de la década de 1970, una infusión de manzanilla con miel y tabaco, muchísimos cigarrillos. Escribía tres folios al día; si las cosas iban bien, hasta diez. Cuidaba mucho de la estructura de sus libros y reescribía mucho.
En 1993 la vida le daría un fuerte golpe a Bolaño: los médicos le diagnosticaron una grave enfermedad hepática. A partir de entonces Bolaño se obsesionó con dejar un legado literario de importancia y se dedicó aún con mayor ahínco a la escritura y multiplicó sus publicaciones. En 1996 presentó La literatura nazi en América y Estrella distante, y en 1997 la compilación de cuentos Llamadas telefónicas, que le valió el premio Municipal de Santiago de Chile.
Bolaño alcanzaría la fama mundial en 1998 con la célebre novela Los detectives salvajes. Bolaño ganó con esta novela el Premio Herralde de Novela y el Premio Rómulo Gallegos, en 1999. La novela, en la que destaca “el humor derrochado, poco frecuente en la literatura escrita en español”, narra las aventuras de dos hombres embarcados en la búsqueda de una escritora mexicana desaparecida durante la revolución. Los esfuerzos por encontrarla se prolongarán desde 1976 hasta 1996.
Poco después de este reconocimiento público, y tras veinticinco años de ausencia, Bolaño visitó Chile. A raíz de esta visita surgió una nueva novela, un cuadro alegórico del Chile pinochetista, cargado de fantasmas, torturadores y toques de queda, titulada Nocturno de Chile (2000).
El mismo año de la aparición de Nocturno de Chile, Bolaño entró en lista de espera para un trasplante de hígado. Su estado de salud empeoraba, y decidió consagrar “lo que me quede de vida” a la que debía ser su obra cumbre, 2666.
Consciente de que su vida expiraba, siguió escribiendo hasta su fallecimiento en Barcelona, el 14 de julio de 2003, víctima de una insuficiencia hepática. Pocos días antes había asistido en Sevilla al I Encuentro de Autores Latinoamericanos, su última aparición pública, y había entregado a su editor el manuscrito del libro de cuentos El gaucho insufrible.
Dejó inconclusa la novela 2666, en la que llevó al extremo su capacidad fabuladora, esta vez en torno a un personaje, Benno von Archimboldi, mediante el que retoma la figura del escritor desaparecido. Sin embargo, la novela se publica y en 2004, un año después de su muerte, Bolaño obtuvo el Premio Salambó a la mejor novela escrita en español.
Tras su muerte, la obra de Bolaño ha conocido una mayor difusión en el mundo de habla hispana y en todo el mundo. Un escritor original, refrescante, profesional, reconocido como uno de los mejores de los últimos cincuenta años, pero lamentablemente fallecido antes de tiempo, como tantos otros genios que recordamos aquí, en Biografías Pop.
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